El movimiento obrero latinoamericano ha sido el otro sostén de las fuerzas populares en el continente y encuentra su base material en la primera ola de industrialización durante la primera década del siglo XX. Podemos decir que se consolida como movimiento mucho más sólido en los años 20, desde el marxismo leninismo, esto es, de la influencia bolchevique y de la revolución rusa que se sobrepone a la segunda internacional y al anarquismo. Este aspecto es muy importante para configurar las características principales del movimiento obrero latinoamericano, sobre todo desde el punto de vista ideológico.
Paralelamente a este fenómeno, en algunas zonas mineras relativamente importantes se desarrolló un proletariado asalariado que tenía reivindicaciones propias bastante más colectivas y cuya formación tuvo menos influencia anarquista. Esto explicaría el hecho de que en Chile existiese un Partido Demócrata con base obrera minera muy significativa, antes del desplazamiento de estos trabajadores hacia el Partido Comunista Chileno bajo el liderazgo de Recavarren, lo que al mismo tiempo otorga a esta organización diferencias respecto al resto de los comunistas latinoamericanos, en la medida en que no nace de una base propiamente anarquista, sino de una concepción política más cercana a la socialdemocracia. El Partido Demócrata Chileno no era propiamente una organización socialdemócrata, sino que se aproxima más al radicalismo de los partidos pequeño burgueses de tipo liberal. En otros países de América Latina también se desarrolló una presencia minera importante con un alto grado de sindicalización, como en el caso de Perú, Colombia y Bolivia. En el último caso, el movimiento minero boliviano sólo va a alcanzar su auge en la década de 1940-1950, llegando a ser protagonista de la revolución boliviana.
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